El día después (por Pablo Rossi)

Amanece y me preparo para salir a trabajar. Escribo estas líneas en la cocina de mi casa, en un viejo cuaderno. Tenemos suerte. A pesar de los estragos que el virus hace a nivel mundial, nuestro líder ha logrado poner orden, y los servicios mínimos están garantizados. El gobierno ha hecho todo lo necesario. Tiene su grupo de expertos que nos mantiene a salvo. Ellos nos explican lo que tenemos que hacer. Por supuesto, han tenido que tomar medidas. El Congreso ya no funciona, no tenía sentido. En medio de una emergencia no se puede perder el tiempo discutiendo. Y nuestro líder cuenta con el apoyo del pueblo. También ha sido necesario intervenir los campos, los bancos, los supermercados y las fábricas. No se puede permitir que unos pocos hagan negocios egoístas en medio de esta crisis. Hoy leí en las noticias que algunas personas son genéticamente más propensas a esparcir el virus. Si es así, tal vez se puedan aislar y reducir más el riesgo de contagio.

 

Increíblemente, todavía hay personas que desobedecen, que pretenden hacer cualquier cosa y nos ponen a todos en peligro. Ellos son el verdadero enemigo. Sin ellos, no habría virus. La gente los apoda “cucas”. Por suerte, el gobierno ha tomado las medidas necesarias, habilitando denuncias anónimas, y ha creado centros de detención para los que quieren seguir propagando el virus. Me parece bien; ya que tanto les gusta contagiarse, que lo hagan entre ellos. Es una emergencia y una lucha común y tenemos que estar unidos. Todos estamos haciendo sacrificios, pero estamos llenos de orgullo. Claro, Internet ha tenido que limitarse. Había mucho tráfico de cosas sin sentido, y nuestros médicos, policías y educadores necesitan contar con ese valioso recurso para salvar vidas. Además, había personas malintencionadas que usaban internet para enviar mensajes de odio y falsas noticias, poniéndonos a todos en peligro. Por suerte, ha pesar del cierre casi total de internet y las comunicaciones, han creado una plataforma para que podamos seguir enviando a nuestros médicos y policías nuestro mensaje de apoyo. Cada uno puede grabar un mensaje muy breve y unos días después, los más emotivos se publican.

 

Hay personas que no entienden el peligro que enfrentamos. No ha quedado alternativa que habilitar el uso letal de la fuerza a la policía, porque hubo casos de personas que los contagiaron a propósito. A veces me pregunto qué le pasa a la gente. Cómo es que algunos no entienden que hacer lo que manda nuestro líder es salvar el mundo. Antes todo era un caos. Ahora el gobierno ha determinado en una base de datos, para cada persona, cuándo puede salir y a dónde; de esa forma ya nadie puede salir ilegalmente a poner en peligro a los demás.

 

No sabemos cuándo terminará todo esto. Nuestro líder y su grupo de expertos, analizan día a día la situación para decidir cómo tenemos que continuar. Nadie sabe si derrotar el virus nos llevará meses o años. Pero un día lo lograremos, y ese día haremos una gran fiesta. Espero que para ese día, hayamos aprendido de esta experiencia y sigamos estando tan unidos como ahora.

 

* Lo anterior es un relato de ficción.

** Profesor de derecho de la Universidad de Buenos Aires. Agente Fiscal de Lomas de Zamora.