Poema “Servicio Médico” (por Daniel Singer)

SERVICIO MÉDICO(*)

¿Dónde está el santo grial,
el jarabe y panacea,
la piedra filosofal,
la cura de lo que sea?

Búsquese la solución,
no tan lejos de Rosario,
con nombre de institución,
“Servicio Penitenciario”.

La calma le llega al preso,
que siente un fuerte dolor,
si en la guardia le recetan,
cuatro dosis de valor.

Los médicos del Servicio,
entrenados para urgencias,
la tuberculosis sanan,
amparados en su ciencia.

Usan paracetamol,
el elixir de la vida,
y así reemplazan el cocktail,
para el enfermo de SIDA.

Tiemblan los laboratorios,
porque la fiebre se pasa,
si en vez de prisión en casa,
dan resguardo obligatorio.

Si hay un preso con diabetes,
más que cuidarle la dieta,
le recetan un tecito,
y una que otra aspirineta.

Se sanan las infecciones,
en algunos pabellones,
en los que la higiene es tal,
que se mueren los ratones.

Le aplacaron la diarrea,
aún sin carbón activado,
a un preso al que lo dejaron,
al inodoro esposado.

Contagiaron a una rea,
los hongos en su vagina,
frenaron la gonorrea,
sin tener penicilina.

Auscultan la neumonía,
del que dice: “Treinta y tres”,
pidiendo con picardía,
“repetímelo al revés”.

Se sabe que estos galenos,
trabajan con lo que hay,
podrían ganar el Nobel,
como Milstein o Houssay.

El problema del Corona,
resolvieron como reyes,
apartados de las leyes,
amucharon las personas.

Por eso en la cuarentena,
a los miles de arrestados,
seguro que habrán juntado,
con los que ya cumplen pena.

Y una jueza “garantista”,
proveyó los anticuerpos,
rechazó cien habeas corpus,
ante la primera vista.

Nadie fue entonces aislado,
pero el virus, y no miento,
al ver tanto hacinamiento,
a la cárcel no ha ingresado.

Así, sin dejar resquicio,
con presos tan apretados,
al COVID han derrotado:
los médicos del Servicio.

Daniel Singer, 18.4.2020

(*)El presente poema no refiere a ninguna persona física o
jurídica determinada. No se hace referencia a ninguna causa o
situación real particular. Las situaciones relatadas son
“animus iocandi”. Cualquier coincidencia con la realidad es
mera casualidad. El autor escribe a título personal.